¡Grandioso!
¿Y ahora qué, demonios? ¿Qué harán, entonces, ahora que los llevo a flor de piel?
Me pregunto si sigo contaminando, o eso sucederá luego de los días eternos.
¿Y entonces? ¿Ya me puedo suicidar?
No, no, esa no sería la pregunta. La pregunta sería: ¿Ya puedo escapar de todo?
¡Pues no! Ahora no lo tengo permitido.
Malditos límites, siempre que aparecen, los pateo y juego con ellos.
¿Qué haré con ello, y toda ésta felicidad momentánea? ¿En dónde resguardo tanto sentir?
Es decir, si no me tengo permitido huir, al menos quiero conservar los sentires.
Malditos límites, siempre que aparecen, los pateo y juego con ellos.
¿Qué haré con ello, y toda ésta felicidad momentánea? ¿En dónde resguardo tanto sentir?
Es decir, si no me tengo permitido huir, al menos quiero conservar los sentires.
Sé que jamás volveré a tener momentos tal cuales, en éstos instantes eternos.
No escribo para que finalicen, sino para conservarlos.
La sensación de vértigo está apoderándose de mi cabeza, y de la mitad de mi cuerpo.
¿Qué coño sucederá conmigo? No puedo estar más, ni menos jodida; Y, sin embargo, no puedo estar más, ni menos feliz.
¡Grandioso!
¿Y ahora qué, demonios? ¿Qué harán entonces ahora que los llevo a flor de piel?
Me pregunto si sigo contaminando, o eso sucederá luego de los días eternos.
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