Bien, soy la más corriente de las complejas.
Como yo, ningún error, ningún dibujo abstracto, ninguna cicatriz.
Como mi nombre, ninguno para darte un buen dolor de cabeza, como mi voz ninguna para marearte.
Bien, soy la más corriente de las complejas.
Haciéndome ver como invisible, cerrando mis ojos, creyendo que al yo no ver nada, los demás tampoco lo hacen.
Pensando que al yo tropezar, el mundo tiembla, y asegurando que al gritar, todos los demás callarán para escuchar lo que tengo que decir.
¿Qué acaso no lo saben? Mi inocencia sigue intacta, aunque mi cordura aún no está devuelta. Já, y ahora cómo, no creo que vuelva, fueron muchas vueltas las que dio, capaz y se fue con la conciencia.
Ya no siento miedo de lo que pueda pasar, y eso me aterra, eso me da paso a los sin límites de acontecimientos. Me tengo miedo, pero eso es típico ¿Cierto?
Tener miedo de sí mismo, imaginando que en tí hay demonios que no serían bien vistos por los demás, pues qué tal, tus demonios ahora son el entretenimiento, ahora esos demonios se te salen por los poros aunque no quieras. Ahora cada vez que dices una palabra, en tu boca sólo segregan males.
En mi sólo nace procrastinar eventos y emociones principales, y yo sólo finjo que espero, y, como todo ser humano que se la da de complejo, vive esperando una realidad diferente a la suya.
Vivo queriendo cambiar, sin mover ningún dedo, y sigo cargando mis esperanzas de soledad, entonces la cargo para que pueda irse pronto, o qué demonios. Entonces, ¿finjo que espero o en serio espero?
Odiando cada pensamiento que pasa por mi subconsciente cada segundo, y cada letra que oprimo es una vacilación constante, y entonces alma, ¿a dónde te diriges?
Y todo éste patetismo soy yo, pues soy la más corriente de las complejas, soy quién no sabe dónde está, ni a dónde va, ni qué quiere, ni qué es.
A mi nada me es suficiente, a mi me satisface el cosmo, su progenitor y su progenie.
En mi todo se pierde, y yo, como todo, me pierdo.
Mucho gusto, soy la más corriente de las complejas.
Como yo, ningún error, ningún dibujo abstracto, ninguna cicatriz.
Como mi nombre, ninguno para darte un buen dolor de cabeza, como mi voz ninguna para marearte.
Bien, soy la más corriente de las complejas.
Haciéndome ver como invisible, cerrando mis ojos, creyendo que al yo no ver nada, los demás tampoco lo hacen.
Pensando que al yo tropezar, el mundo tiembla, y asegurando que al gritar, todos los demás callarán para escuchar lo que tengo que decir.
¿Qué acaso no lo saben? Mi inocencia sigue intacta, aunque mi cordura aún no está devuelta. Já, y ahora cómo, no creo que vuelva, fueron muchas vueltas las que dio, capaz y se fue con la conciencia.
Ya no siento miedo de lo que pueda pasar, y eso me aterra, eso me da paso a los sin límites de acontecimientos. Me tengo miedo, pero eso es típico ¿Cierto?
Tener miedo de sí mismo, imaginando que en tí hay demonios que no serían bien vistos por los demás, pues qué tal, tus demonios ahora son el entretenimiento, ahora esos demonios se te salen por los poros aunque no quieras. Ahora cada vez que dices una palabra, en tu boca sólo segregan males.
En mi sólo nace procrastinar eventos y emociones principales, y yo sólo finjo que espero, y, como todo ser humano que se la da de complejo, vive esperando una realidad diferente a la suya.
Vivo queriendo cambiar, sin mover ningún dedo, y sigo cargando mis esperanzas de soledad, entonces la cargo para que pueda irse pronto, o qué demonios. Entonces, ¿finjo que espero o en serio espero?
Odiando cada pensamiento que pasa por mi subconsciente cada segundo, y cada letra que oprimo es una vacilación constante, y entonces alma, ¿a dónde te diriges?
Y todo éste patetismo soy yo, pues soy la más corriente de las complejas, soy quién no sabe dónde está, ni a dónde va, ni qué quiere, ni qué es.
A mi nada me es suficiente, a mi me satisface el cosmo, su progenitor y su progenie.
En mi todo se pierde, y yo, como todo, me pierdo.
Mucho gusto, soy la más corriente de las complejas.
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