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Mostrando entradas de 2017

Suicida fallida: Ansiedad, feliz navidad.

Suicida fallida: Ansiedad, feliz navidad. :  La peor navidad de todas... Cada año mi ansiedad aumenta. Me he ido consumiendo por ella, pero ya no sé si está mal. Es decir, en éste momento siento que veo todo con tanta claridad. Siento la muerte tan posible, y me encanta. Siento la fragilidad de la vida, y escucho voces que salen de las paredes, que me gritan la soledad, me escupen realidades. Frente a mi cama observo a un árbol que no es un árbol en sí, es sólo el dibujo de uno. Y así es como existo. Me siento pintada en una pared, intentando representar algo... Algo que no logro ser. Éste árbol tiene tantos colores en sus hojas, ¡tiene vida! ... O finge tenerla, y alegría. Al igual que yo. Soy una farsa, una sonrisa que no logra detener aquellos cristales de dolor que salen mientras parpadeo. La peor navidad de todas, junto a mis paredes que me gritan una soledad tan clara. Con un rostro que parece de un payaso al que le vaciaron un balde de agua encima. ¿Para qué tanto maquillaje,

Cuento no deseado.

Mi madre no ha parado de gritar. Yo he estado en mi cuarto todo el día tratando de terminar el maldito rompecabezas de 3.000 piezas, pero no puedo, no logro concentrarme. Además, la imagen que se va formando en el juego no me está gustando demasiado, de hecho, me produce escalofríos; es como una casa del árbol, muy hermosa debo admitir, pero qué les digo...  Los árboles -ahora- me trancan la respiración... Aunque, supongo que no como a mi hermano. ¡Carajo! ¿Pero por qué demonios tuvo que elegir mi árbol favorito para morir? Maldito egoísta. ¿En qué estabas pensando?  Yo te quería dejar con mamá, en paz. Yo era el problema, ¡Yo, yo, yo! ¡No tú!  ¿Ahora cómo demonios he de seguir?  Tú eras más fuerte que yo. Siempre lo has s ... Siempre lo fuiste.  ¡Hasta para la muerte!  Y ese árbol... Me encantaba, y las flores que retoñaban a mediados de Mayo.  Ahora le veo como un asesino, aunque, ¿Realmente fue un asesino, o fue sólo mi hermano el sádico? Me pregunto

Los venezolanos ya no sonreímos.

Todo se ha ido desmoronando. El temor de quedar atrapada en tan hermoso país, con tan terrible situación. Porque, coño, no es sólo que me gusta mi país, es que es lo que quiero ahora mismo. ¡Aquí crecí, carajo, y es el país que deseo ver crecer también, y lo estoy perdiendo! No es que yo desee irme porque quiera indagar y conocer más, es que la situación me dice que no estoy haciendo nada, cuando realmente estoy laborando y estudiando. ¡Y se supone que es lo que uno hace para ir surgiendo! Y luego, si se desea, ir afuera. Pero no. A nosotros nos están corriendo... Acá soy nadie, y afuera he de ser menos. ¿Qué quedará de los venezolanos? ¿Qué para ellos? Nosotros. No hay presente satisfactorio, y no sabemos dónde se encuentra nuestro futuro. Ya no sabemos en quién o en qué confiar. Ya no queremos creer, pero vivimos el día a día queriendo algún milagro.  Sin embargo; si ocurre, estoy segura que desconfiaremos igual, porque ya han habido simulacros... Y es que nos ha

promesas en pedazos.

¿Cómo es que ellos vuelan y yo no? ¿Cómo es que ellos sonríen, y no se encuentra nada detrás de esa sonrisa? Ningún rastro de tristeza, de leve inconformismo, de... nostalgia, nada. ¿Y por qué yo no puedo ser así?  ¿Por qué tengo que ser de quienes recolectan recuerdos dolorosos y los colocan todos debajo de las sábanas? ¿Por qué elijo el pasado una y otra y otra vez?  ¿Cómo es que no he limpiado el polvo que hay en las fotografías que están en mi repisa? Al igual que tampoco he borrado la palabra "Smile" de mi puerta, que me hace recordar todo aquello que fui. Y aquellas manos, que aquellas manos no son las mismas que están tecleando en éste momento. Pues aquellas eran inocentes, manos sin sangre, manos sin grietas, manos sin dolor. Éstas, en cambio, están tan inflamadas como ellas solas, con heridas que no recuerdan, pero que permanecen, y permanecen, y aparecen entre el oxígeno que falta, con vista borrosa hacia lo que podría ser, porque siempre pienso en lo que podr

Todo está bien, cuidado.

Señor, ¿Tiene un minuto? No voy a gritar, y tranquilo, mis muñecas ya están vendadas. Sólo quería pedir disculpas por las confusiones que han habido. Eso de los culpables y las heridas y no sé qué cosas... Lo libro de culpa, al igual que a usted, creo que a muchos más. Yo he sido la culpable de todo. Yo he sonreído mal, y los he confundido. Yo les he dado la confianza para que jueguen conmigo y cuando me apuñalaron, no fue porque usted ha sido el malo, quizás fue que ha sido demasiado despistado y se le ha olvidado avisarme que estaba jugando, y que yo debía correr, o esconderme. Hey... No los culpo, a nadie, de verdad. ¡Que tonta fui por creer que ustedes eran los malos! Si yo misma les he dado el puñal, y sólo yo les he permitido que se acerquen a mí! Sólo yo. Una y otra vez. ¿Acaso alguien me dijo que les diera mi confianza? No, no a primera instancia. Y, ¿Acaso no era yo quien debía estar atenta ante cualquier situación de peligro hacia mi ser por permitir qu