Las nubes grises también forman parte del paisaje: Sal con una chica que no lee.:
sábado, 10 de noviembre de 2012
sábado, 10 de noviembre de 2012
Sal con una chica que no lee.
Esto va para los chicos que puedan toparse con… esto, algún día. Tal vez te lo pase alguna amiga que lo haya leído en mi blog, o tal vez alguna persona de otro blog lo copie y lo haga pasar por suyo propio. Como sea. Si me lees, hazme caso, porque soy una chica, y no puedo vivir sin los libros, y no sé que seria de mi si los libros no existieran.
Aquí viene una parte parecida a algo que dije en uno de mis escritos anteriores “Sal con un chico que no lea”, pero me da igual.
Sal con una chica que no lea. Ve a la universidad como todos los días de tu aburrida y simple vida, piensa, igual que cada día, si no seria mejor quedarte fuera de las clases que tienes hoy, piénsalo como siempre, y termina entrando a clases como siempre, sal de clases y habla con tus amigas, como siempre. Y mira a las chicas tontas y ñoñas que leen y aléjate de ellas lo más que puedas, como siempre lo haces. Mira a la chica nueva de tu curso y deja que una de tus amigas te la presente, pregúntale casualmente qué esta leyendo y cuando te mire como si estuvieras hablando en un idioma desconocido para ella, dale el visto bueno. Invítale algo de tomar o cómprale algo para que pueda pellizcar entre clases, fíjate en sus gestos, mírala fijamente de vez en cuando, a algunas chicas les gusta eso. No te preocupes por meter la pata o ir demasiado rápido, las chicas que no leen son fáciles de contentar. A la semana de conocerla proponle faltar a clases, llévala a alguna feria barata de comida rápida y déjala que hable de sus cosas hasta que se canse. Finge que prestas atención, ella solo quiere hablar y que alguien este allí, no importa si no la escuchas realmente. Si hay alguna chica leyendo en una mesa en un rincón ignórala, piensa que es una tonta por creer que su vida podría ser como la de ese libro que tiene en las manos. Que el chico que salga con ella seria un loco de remate.
Lleva a la chica que tienes en frente hasta la línea de taxis más cercana, un poco más tarde de lo que la buena educación dicta. Si no la acompañas hasta su casa, ella no se enojara por ello.
Invítala al cine un par de veces y luego invítala a tu casa. Luego de un buen rato con ella acompáñala hasta otro lugar y luego deja que se vaya el resto del camino ella sola. Salir con una chica que no lee es fácil. Después de mucho tiempo pídele que formalicen el extraño contrato que han adquirido para que así se convierta en una relación con todas las de la ley. Hagan viajes juntos a esos lugares ruidosos y estresantes en los cuales nunca estaría una chica leyendo. Gradúate antes que ella, vete a la farra de tu vida y llévala del brazo, como si fuera el premio por todos tus años de esfuerzo, emborráchense, finge que no te molesta que baile como una fulana con otros tipos, oblígate a que te de igual. Has lo que jamás harías con una chica que lee y luego deja que se las arregle para volver a casa. Tíratela.
Deja que todo el tiempo con sus altibajos pase sin que te des cuenta. Cuando recibas tu primer ascenso, o ella logre graduarse, o tu perro muera de vejez, mira el calendario y empieza a darte cuenta. Ve a un centro comercial y… ¿ves a esa joven vendedora que esta mordiendo la uña de su dedo pulgar mientras lee solo Dios sabe que libro? Llama su atención, sácala de su lectura y pídele que escoja el modesto anillo. No te sorprendas al ver su mirada absorta sobre la vitrina como si de la elección dependiera su vida y no te sorprendas cuando a la primera escoja el anillo perfecto. Deja tu mente en blanco y finge tu mejor sonrisa cuando te desee suerte en tu vida en pareja.
Invita a tu chica que no lee a un restaurante en un piso veintidós y asegúrate de que tengan una vista hermosa de la ciudad. No te sorprendas si ella no sospecha nada. Ordenen una cena mas costosa de lo normal y cuando llegue el postre pídele al mesonero, ese amable chico con pecas, que traiga flores y la copa con el pequeño anillo dentro, fíjate atentamente en la reacción de tu chica que no lee. Fíjate en si llora, en si se prueba el anillo y lo mira desde varios ángulos, fíjate en si esta ansiosa por saltar de la silla a tus brazos o no. Si hay aplausos deja que terminen. Sonríe como si nunca hubieras estado más feliz. No armes un drama dentro de ti si sientes ganas de gritar o salir corriendo, ganas de nunca haber conocido a la chica que tienes en frente. Y si de verdad nunca has estado mas feliz, pues igual sonríe.
¡Has lo que te digo!, ¡hazme caso, maldita sea! Porque no hay nada más complicado en este mundo que una chica que lee. Porque ustedes, los hombres, son muy básicos y nosotras vivimos metidas en un libro. Y lloramos con los finales trágicos, y lloramos cuando nuestros personajes favoritos mueren, o simplemente lloramos por esa sensación de vacío que tenemos siempre que terminamos el último libro de nuestra saga favorita. Las chicas que no leen no se andan por ahí con esas tonterías. ¿Ves a esa chica en la cafetería del centro comercial que tiene ese libro en las manos?, ¿y ves la taza que esta olvidada a su lado? Te puedo apostar que si te acercas el líquido ya esta frio y la crema de su café ha tomado un aspecto desagradable. Si te acercas y te sientas junto a ella te va a fulminar con la mirada por haberla sacado de la historia que estaba leyendo. Si le invitas otro café y le preguntas de qué iba el libro que tiene en las manos y ella no se va a poder resistir a contarte la historia, y si miras esos ojos emocionados tratando de describir la escena que acaba de leer te vas a quedar ahí, enganchado, y creerás que eso esta bien. Pero no. Creerás que quieres ver esos ojos por el resto de tu vida. Y esa mirada emocionada. Y esa voz leyéndote en tu vejez y recitando fragmentos de libros o poemas de Miguel Otero Silva, "El aire ya no es aire...", cuando las veladas se hagan demasiado largas. ¡Pero NO!
¡Al principio creerás que eso esta bien para ti, pero no! Y creerás que es perfecto que tus padres la amen por leer, ¡pero no! Luego vas a ver lo difícil que es, tendrán peleas monumentales, y aunque las reconciliaciones serán igual de hermosas llegara el punto en el que pensaras que no vale la pena tanto esfuerzo. Veras a esas chicas que no leen y una parte de ti sentirá que es mas fácil que salir con una que se pasa la vida pegada a un libro o que siempre tiene uno nuevo esperándola. Llegara un momento en el que los conciertos de música clásica, los paseos a librerías y las miradas absortas te parecerán ajenas. Llegara un punto en el que pensaras que esta pensando en una nueva historia y no en ti. Llegara ese momento en el que verla en una cafetería absorta en un libro y con una taza de café olvidada no será lo mismo. Verla leer todo ya no será lo mismo. Verla llorar con un libro te parecerá tonto. Ver que en su estante ya no caben mas libros y que siempre lleva uno en el bolso te hará perder la paciencia.
Y entonces vas a encontrar a una chica que no lee en un bar. O en una cafetería. O en la recepción de tu oficina. Y en ese momento sentirás que quieres un cambio, una vida más fácil de llevar. Porque lo que con una chica que no lee es un viaje a la playa, una noche de borrachera, sexo y ya; con una lectora en cambio es un viaje a una montaña con una siempre presente cámara en mano, con una cabaña en una pradera, con una cobija de lana de esas que la gente que vive en pueblos fríos tiene y que en las grandes ciudades casi no se venden, los dos arropados, las tazas de té dulce cerca. Y el siempre presente libro. Como si fuera una biblia. Llegara el momento en el que esos paseos te parecerán muy desgastantes. Las velas aromáticas y los poemas en la cama te serán aburridos. El libro será como tu rival. En cambio con la chica que no lee no hace falta nada de eso. Es simple. Tú lo notaras y no podrás ocultarlo por mucho tiempo.
Entonces la chica que lee se dará cuenta en seguida. Y puede que tal vez te enfrente, o puede que tal vez se aleje. Porque una chica que lee, ellas… quiero decir, nosotras, podemos sentir el final. Esos momentos previos al punto final, cuando la historia esta en clímax y ya van a salir todas las verdades a la luz, los sentimos en la piel y si la historia nos gusta tratamos de alargarla lo más posible, leyéndola de a poco, o casi nada. Porque somos sensibles a veces y lloramos con los finales.
Casi siempre lloramos con los finales.
Pero llegara ese momento en el que ya no podemos alargarla más y simplemente la dejamos ir. La dejamos ir y lloramos por el final de una historia que no queríamos dejar de leer, por esas historias que queríamos que tuvieran varias historias más de continuación. Luego nos detenemos enfrente de nuestro armario, repleto de libros a reventar y nos preguntamos qué sigue. Alargamos la mano al libro que esta en cola y para olvidarnos de todo empezamos a leer, leer, y leer compulsivamente. Y cuando levantamos la mirada del libro numero diez, doce, dieciséis, ya todo ha pasado. Todo ha vuelto a empezar. Pero la chica que lee, ahora también escribe. Porque sabe que el chico de su historia ahora aborrece todo lo que tenga que ver con leer y con lectura y jamás leerá nada de lo que sale de su mente. Y porque sabe que todo es más fácil de llevar cuando esta plasmado en papel.
Y tú, con tu chica que no lee tendrás esa vida simple. Fácil. Esa que tanto soñaste. No tendrás que arriesgar demasiado, y tampoco tendrás que luchar demasiado. Te casaras y tendrás dos hijos hermosos con rizos y pecas y un día pasaras por una librería y querrás comprarles libros para niños, pero hay algo que te detiene, ¿no? ¿Qué es? Ah sí. Es el recuerdo de esa chica que con su montaña de libros y su Isabel Allende, y sus trilogías, y todas esas sagas de ocho libros en adelante, te hizo la vida tan difícil. Y cuando tengas la famosa crisis de los cuarenta y tus hijos ya hayan crecido y se vayan y tú quieras irte de viaje a algún lugar remoto del mundo y la chica que lee quiera ir a la playa te vas a resignar que es más fácil, más barato y mas cerca. Y menos desgastante. Porque por eso fue que empezó esta historia. Por el cansancio. Siempre es mas fácil que con las chicas que leen.
Porque una chica que lee no querrá un viaje a la playa cuando tenga cuarenta y sus hijos se hayan ido. Una chica que lee querrá ver los museos más antiguos y leer su historia. Claro, tiene que ser un lugar con cosas que ella pueda leer. Una chica que lee querrá pasar el resto de su vida haciendo algo digno de ser contado. Y si no estás dispuesto a luchar por favor aléjate. ¡Por favor! Porque una vida de recuerdos es mucho peor que una vida en el purgatorio. Porque las chicas que leemos somos jodidamente muy exigentes y somos muy difíciles de complacer. Porque una propuesta de matrimonio en un restaurante costoso con una vista hermosa no será suficiente. No será nada. ¿Por qué? ¿Por qué casarse con alguien? Yo, que leo compulsivamente pregunto, ¿Por qué? ¿Por qué proseguir con un estereotipo que nos inculcan a desear desde niñas solo para seguir con la humanidad? Si analizamos la situación es un contrato. Sí, damas y caballeros, un contrato, que, cave destacar, conlleva a tantos éxitos como fracasos. Tiene que haber algo más que el simple hecho de querer poner un anillo en el dedo de alguien, o tu apellido en su nombre, eso es una cursileria, firmar un papel, algo totalmente irrelevante. ¿Podrían ser esos momentos de peleas por el control de la TV o guerras con pintura o tartas de chocolate sin ninguna razón aparente? O no, ya sé, ¿esos momentos estúpidos que quieres tener por siempre congelados en tu memoria? O esa mirada atontada de cuando una persona acaba de despertarse… o esa mueca, ese tic nervioso, ¿aguantarías verlo todo lo que te quede de… no sé, paciencia? O esa mirada que pone cuando no entiende algo. O cuando se te queda mirando fijo mientras piensa…
Pero… ¿lo ves? Una chica que lee es demasiado complicada. Así que largo de aquí, vete porque te odio con toda el alma y lo hago más que todo por el hecho de que aun no puedo hacerlo. ¡Te odio! Vete y déjame volver a entrar en la seguridad de mi libro.
Así que ya sabes chico que leyó esto hasta el final. Ya no digas que nunca te lo advirtieron. No salgas con una chica que lee, o mejor...
... aléjate de las que escriben.
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