Querubines, ven el reloj, el tic tac, ven como un juego al tiempo.
Qué inocencia hay en esos chavalos.
Bajan las escaleras casi gateando, con sumo cuidado, con paciencia y curiosidad, la misma de siempre.
Es de humanos, nacimos con ello. Somos humanos.
¡Vida! ¡Vida! Sentir, tacto, curiosidad, raspones, regeneraciones, mortalidad.
Querubines, ven el reloj, tic tac hace el reloj, un juego que siguen sus ojos.
Que inocencia hay en esos chavalos.
Van al jardín descalzos sintiendo la tierra, y saltan a pocos centímetros del suelo y sienten que vuelan.
Y sueñan, y sonríen, y siguen, y siguen, y respiran moléculas y no tienen idea.
¡Atacad! Realidad, haced crecer a esos chavalos inocentes.
Esos chavalos crecieron, y el tiempo ya no era un juego, y ya no querían ver el reloj.
Que inocencia se ha perdido en la mayoría de esos chavalos.
Sólo uno la mantuvo, y no está con el resto, está a algunos metros bajo tierra.
Tan lindo ese chavalo. ¿En dónde estará? ¿Seguirá sintiendo el tiempo como un juego?
Qué ha de importarle. Denle un abrazo de mi parte, díganle que le extraño, que si respira, díganle que respire de lo que exhalo. Que le quiero, que le quiero a morir.
Chavalo, te extraño tanto, casi no pudiste bajar bien las escaleras, tú tuviste que tener cuidado, tú tuviste que seguir allí. No te perdiste de mucho al crecer, pero, quisiera me hubieses amado como yo lo hago. Aún te amo, chaval, y a tu inocencia, tu cuna sigue oliendo a ti, y sólo para que lo sepas, cada vez que despierto y bostezo, y estiro mis brazos, te doy un abrazo.
Querubines, ven el reloj, el tic tac, ven como un juego al tiempo.
Qué inocencia hay en esos chavalos.
Bajan las escaleras casi gateando, con sumo cuidado, con paciencia y curiosidad, la misma de siempre.
Es de humanos, nacimos con ello. Somos humanos.
¡Vida! ¡Vida! Sentir, tacto, curiosidad, raspones, regeneraciones, mortalidad.
Denle un abrazo de mi parte, díganle que le extraño, que si respira, díganle que respire de lo que exhalo. Que le quiero, que le quiero a morir.
Qué inocencia hay en esos chavalos.
Bajan las escaleras casi gateando, con sumo cuidado, con paciencia y curiosidad, la misma de siempre.
Es de humanos, nacimos con ello. Somos humanos.
¡Vida! ¡Vida! Sentir, tacto, curiosidad, raspones, regeneraciones, mortalidad.
Querubines, ven el reloj, tic tac hace el reloj, un juego que siguen sus ojos.
Que inocencia hay en esos chavalos.
Van al jardín descalzos sintiendo la tierra, y saltan a pocos centímetros del suelo y sienten que vuelan.
Y sueñan, y sonríen, y siguen, y siguen, y respiran moléculas y no tienen idea.
¡Atacad! Realidad, haced crecer a esos chavalos inocentes.
Esos chavalos crecieron, y el tiempo ya no era un juego, y ya no querían ver el reloj.
Que inocencia se ha perdido en la mayoría de esos chavalos.
Sólo uno la mantuvo, y no está con el resto, está a algunos metros bajo tierra.
Tan lindo ese chavalo. ¿En dónde estará? ¿Seguirá sintiendo el tiempo como un juego?
Qué ha de importarle. Denle un abrazo de mi parte, díganle que le extraño, que si respira, díganle que respire de lo que exhalo. Que le quiero, que le quiero a morir.
Chavalo, te extraño tanto, casi no pudiste bajar bien las escaleras, tú tuviste que tener cuidado, tú tuviste que seguir allí. No te perdiste de mucho al crecer, pero, quisiera me hubieses amado como yo lo hago. Aún te amo, chaval, y a tu inocencia, tu cuna sigue oliendo a ti, y sólo para que lo sepas, cada vez que despierto y bostezo, y estiro mis brazos, te doy un abrazo.
Querubines, ven el reloj, el tic tac, ven como un juego al tiempo.
Qué inocencia hay en esos chavalos.
Bajan las escaleras casi gateando, con sumo cuidado, con paciencia y curiosidad, la misma de siempre.
Es de humanos, nacimos con ello. Somos humanos.
¡Vida! ¡Vida! Sentir, tacto, curiosidad, raspones, regeneraciones, mortalidad.
Denle un abrazo de mi parte, díganle que le extraño, que si respira, díganle que respire de lo que exhalo. Que le quiero, que le quiero a morir.
Comentarios
Publicar un comentario