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Mostrando entradas de febrero, 2014

Controlarme o fingir.

Debería controlarme, es decir, nadie quiere a alguien inestable mentalmente. Así que, debo controlarme, o al menos fingir. Aunque realmente significa lo mismo. Tengo miedo a estar sola por mis demonios. Trato de callar esas voces, pero cada vez gritan más y más fuerte, y mi madre repite lo que dicen, y yo sólo quiero silencio... Por temor a la muerte ¡Callad! ¡Callad, ya!
Me da algo de calma, y no es porque esté, es porque le pienso.  Y le pienso porque le quiero. Ésto es impulsivo, pero por impulsivo no quiere decir que no sea real, no quiere decir que lo sienta menos. De hecho, es al contrario, ahora siento más. 
Es ella, es él, o soy yo.  No pregunto quién esté equivocado, sino, ¿Quién tendrá las dudas o certezas suficientes?  La respuesta a continuación -Si es que la hay- me llevará a una próxima pregunta, y así sucesivamente.  ¿Quién responderá primero, nosotros, el destino, o el azar? 
Y es que de pronto le quiero, y de pronto no.  Y de pronto trato de acercarme, y al instante ya estoy al otro lado de su ser.  ¿Cómo ponerme de acuerdo? Es él, o él. O es mi salud mental. 

17:55

De qué podría escribir si no estoy de ganas. ¿Del patetismo del ser humano? ¿O del mío? Es decir, ni se les ocurra mencionarme con alguien más. No soy humano, ni intento serlo realmente. Me voy durmiendo, sumándome al vacío que ya está en la habitación, y el silencio me perturba e incluso no me deja dormir. Necesito abrir los ojos para saber que sigo viva, aún queriendo estar muerta. ¿Qué podría sentir yo en éstos momentos si no estoy de ganas? Muevo mi cuerpo de un lado a otro, y siento todo tan ajeno, incluso mi recipiente. Es como si mi alma quisiera salir de mi, es como si mi recipiente ya le perteneciera a alguien más. ¿Soy yo? Muevo mi cabeza, y siento que hasta  mis neuronas se mueven. Detengo cada parte de mi cuerpo, y juraría sentir como fluye la sangre por todo mi cuerpo, cómo mi cerebro recibe oxígeno, y cómo rápidamente se apaciguan los latidos de mi corazón. Quisiera abrir los ojos, pero ahora tengo miedo de no poder abrirlos. Tengo miedo de sentirme viva, p

Tan típico.

Como todo típico cobarde: Quiero huir. Como todo típico ser humano: Estoy cansada de todo. Como todo típico adolescente que se cree escritor: Escribo Entonces quiero huir de todo ésto que no sé lo que sea. De mi, que no sé lo que soy, y de ellos, que no saben nada de nada y fingen que sí. Y entonces quiero huir porque me da miedo quedarme, porque, aunque no sé si soy algo malo o bueno, no quisiera convertirme en algo peor. Quiero huir porque temo no saber dónde, ni cuándo, ni cómo estar. Quiero huir porque tengo esa rara sensación de que moriré antes de envejecer, aunque, realmente creo que tendría más ganas de huir al pensar que aún me falta mucho que hacer. Porque, entonces ¿Qué hacer?, no, no, no quiero. Quiero huir, de mi, de ellos, de eso, de todo. Necesito calma, y estando aquí no la obtendré. Infelicidad prospera, en eso estoy, y lo que me espera, como lo poco que he obtenido, felicidad fugaz. Entonces, estoy cansada de todo, eso de las reglas de la sociedad, de que la soc

No es justo

Despierta... ¿Soy yo? Pensar se me hace difícil, no puedo ver a través de mi, hay un oasis invadiendo mi alma. Tengo tóxicos dentro de mi pecho, la respiración se me hace densa, y entonces, ahora mis ojos brillan más de lo normal, pero no, no es por felicidad. Imaginen qué sería ese brillo, pues se están ahogando mis pupilas. Abre los ojos, tienes que verme. Yo no puedo, y necesito alguien que me diga quién estoy siendo ahora. Estoy frágil, y ni siquiera puedo dar vuelta atrás. No es justo. Cierro los ojos, y me hundo. Estoy siendo algo ligeramente pesado, sintiendo que caigo a lo profundo de la nada. Al verme hundida, no puedo nadar, no puedo caminar, y no sé flotar. Y como tengo miedo, no me muevo. Miro hacia todos lados, y no logro ver nada, es el vacío, y no sé si precisamente es el mío. Despierta, te necesito conmigo, necesito preguntarte: "¿Soy yo?" Abre los ojos, tienes que verme. Yo no puedo, y necesito alguien que me diga quién estoy siendo ahora. Miro h

Lo correcto es lo equívoco, pensamiento impulsivo.

Tengo ganas de quemarme la piel, y hacerme cicatrices sólo por diversión. Un secreto que no perdure demasiado, que lo valga, que sea fuera de lugar, y entonces que una sonrisa en mí distinga el placer de hacer justo lo incorrecto de la manera correcta, a mi manera correcta aleatoria. Sería una manera ordenada de volverme un desorden. Sería una metamorfosis a bases de marcas en la piel. Y entonces que la locura salga por cada poro de mi piel. Gritaré ¡Ven a rescatarme, o sumérgete conmigo en una rareza sobrenatural! Veamos lo que harás, veamos lo que haremos. Dejemos aliento para lo que falta, saltaremos desde lo alto. Recuerda mentir diciendo que todo estará bien, aunque creas que todo estará peor, aunque sepas que nada saldrá como lo esperemos y nos perdamos en el intento. Todo ésto debe tener un sabor agridulce, que sea el sabor de lo equívoco. Ahora la gravedad está lejos y estamos de cabeza. Vamos lejos, prepárate. Gritaré ¡Ven a rescatarme, o sumérgete conmigo en una

De quien le da vida y le da muerte. ¿De quién?

Me enamoré de una flor que no podía ser mía. Yo la regaba, y desde sus pétalos me perdía. Me dolía su belleza, era groseramente perfecta, era como para no ser cierta, pero lo era, y no podía ser mía. Y es que ¿Cómo pensar querer ser tan egoísta? Querer arrancarla y llevármela sólo para luego verla marchita. Sólo para verla morir. Se moriría, moriría conmigo, pero sin ser mía. Así es, ¿Cómo pensar querer ser tan egoísta? Es mejor alejarme, me alejaré de su gloria maldita que me hace sufrir con dulzura, la miraré de lejos, y observaré quién la riegue, veré quién también se enamora de ella. Y tristemente, si algún egoísta llega, no le podré detener, pues, aunque no sea mía, sé que tampoco, ni llevándosela, será de él. ¿Quién se llevará a esa flor, que de igual manera acabará marchita?

Más que compañía, un acompañante.

Labios, a correr tras la esencia, el deseo de querer No dejar escapar la piel. Subir las escaleras, buscando al tiempo, alejándose de las pérdidas, de las lagunas mentales que esperan nuestra caída. Espera el tren de la cordura, y móntate en el techo, con una balsa y un paracaídas. Ahora, lleva al señor de la muerte al pasado, y haz que reparta esperanza a los que están a punto de ser suyos. Ve colina arriba, y en el pico de la montaña, plasma tu mano en un árbol, toma las hojas caídas, y escribe tus deseos. Ciudades sin vida, llevan paso y dan alojamiento a la muerte, cerca de la fe. Qué descaro. Luces, ahora parpadeantes, hacen alucinar a quien puede ver, y los ciegos, ni cuenta se dan, pero sin duda, ellos alucinan más. ¿Los perros de verdad ven en blanco y negro? Lástima que no sean testigos del color de mis mejillas cuando me siento temblar por dentro.  Los gatos hacen sus ruidillos, esos gritos que no soporto, hacen exaltar cada nervio de mi cuerpo, y es fatal, yo pens

Cada letra que oprimo es una vacilación constante.

Bien, soy la más corriente de las complejas. Como yo, ningún error, ningún dibujo abstracto, ninguna cicatriz. Como mi nombre, ninguno para darte un buen dolor de cabeza, como mi voz ninguna para marearte. Bien, soy la más corriente de las complejas. Haciéndome ver como invisible, cerrando mis ojos, creyendo que al yo no ver nada, los demás tampoco lo hacen. Pensando que al yo tropezar, el mundo tiembla, y asegurando que al gritar, todos los demás callarán para escuchar lo que tengo que decir. ¿Qué acaso no lo saben? Mi inocencia sigue intacta, aunque mi cordura aún no está devuelta. Já, y ahora cómo, no creo que vuelva, fueron muchas vueltas las que dio, capaz y se fue con la conciencia. Ya no siento miedo de lo que pueda pasar, y eso me aterra, eso me da paso a los sin límites de acontecimientos. Me tengo miedo, pero eso es típico ¿Cierto? Tener miedo de sí mismo, imaginando que en tí hay demonios que no serían bien vistos por los demás, pues qué tal, tus demonios ahora son