¿Me invitas a un café?
Escucha, o al menos imagina que me escuchas...
Me invitas a un café y yo te invito a entrar a mi mirada ¿Ok?
Conversaremos sobre cómo llegamos justo al punto donde nos encontramos
Cómo cruzamos con personas que nos llevaron frente a frente, entre nosotros
El color del cielo, cómo nos llamó la atención. Eso sí, lo notaremos después, sólo después como tema de conversación...
Estando de frente sentiremos alivio... No sabremos de qué, sólo sentiremos alivio
Un sorbo de café, otro sorbo de café, una sonrisa, un mirada, y luego otro sorbo...
Un sudor frío en nuestra mente, un soplo de la soledad a nuestro costado...
Ignoraremos por completo a la naturaleza, siendo parte de ésta.
Si sientes incomodidad, sólo recuerda que es porque nuestras almas están desnudas, y ya no saben qué hacer...
El silencio se podría asomar entonces, y sin notarlo, de pronto nuestras manos estarán juntas
Quién sabe en qué viento se tropezaron, pero el viento se fue, nuestras manos tomarán la taza de café...
Así es, otro sorbo hemos a dar.
Tus ojos perdidos los he de encontrar, los voy a encontrar...
Cuando no quede nada, yo daré más. Si es un error, pues que bonito fue encontrarte.
No, no, nada será un error. Una brutalidad del alma no es cualquier error, podría decirse que sería una oportunidad, pues si tu respondes a lo que doy, podría ser que el atardecer nos parezca igual a ambos.
Damos otro sorbo, y notamos que se nos acaba el café, y el tiempo...
Ya sabes, ese tiempo de encuentro...
Siempre hay un tiempo de encuentro, yo en realidad estoy esperando el nuestro.
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