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Mi sensibilidad se quedará a flor de piel...

Mi problema es el siguiente...

Sigo creyendo en la humanidad.

Sigo persistiendo mentalmente en encontrar alguien realmente sincero al momento de amar. Sigo analizando a las personas de mi alrededor, buscándole aquellas alas...
Todo el mundo, todo, todo ser humano posee esas alas, que, por supuesto, sólo las perciben las personas esperanzadas, con fe.
Y no hablo de fe precisamente religiosa, simplemente esa fe de creer en la humanidad.
Sólo observamos esas alas quienes queremos encontrar algo bueno en éste mundo que parece degradarse.
Siempre, siempre, las personas esperanzadas, encontrarán algo bueno en alguien tóxico, en alguien que, incluso, pudo haberte destruido.

Buscando razones, maquinando alguna lógica explicación... O simplemente pensando que esas personas que destruyen, están hechas para que el mundo sea mundo, pero no todas las personas son así; claro que no, hay más, somos demasiados.

Tengan en cuenta que en el mundo, cada minuto nacen aproximadamente de 323 a 358 bebés en todo el mundo. ¿Cómo es que hay personas, entonces, que no tienen esperanzas?
Imaginen a esos críos dando sus primeros llantitos... Ese momento en el cual le toman el dedo a su mami con su pequeña manito.
¿Cómo no pensar en esperanza al tener eso en mente?

En todo el mundo, al menos en el 2011, que a ésta fecha se estima una cantidad groseramente por encima, se calculaban al rededor de 7000 millardos de personas en todo el mundo.

Ahora, clasifiquemos a esa población en niños, jóvenes, adultos y ancianos.
Ahora clasifiquen por religión.
Si quieren también por cultura.
Ahora por oficio
qué se yo... Somos demasiados.

¿Por qué no tener esperanza en la humanidad si somos tantos?
En el universo somos micro-partículas, pero contamos en el universo, y existimos, y resulta que respiramos, y sentimos
 ¡Y esa es lo divino del existir!
Sentir, sentir, sentir.

En América se estima una población de 1.070.099.100 (mil setenta millones noventa y nueve mil cien)

Ahora imaginen a mil setenta millones noventa y nueve mil cien personas con alas.
Cometiendo errores, de todo tipo...
Siendo mal compañero
Siendo malos padres
Siendo mal socio
Siendo mal trabajador
Siendo mal amante
Siendo... Un renegado a la sociedad.
Siendo un asesino.
Siendo un violador.
Siendo un manipulador.
Siendo un estafador.
Siendo un mentiroso.
Siendo un cínico.
Siendo un demasiado pretensioso.
Siendo un confiado.
Siendo un sabiondo.
Siendo un terco.
Siendo un envidioso.
Siendo un agresivo verbal.
Siendo un inconforme.
Siendo un conforme.
Siendo un mediocre.
Siendo demasiado bueno
Siendo demasiado malo
...
Siendo humano.

Cometes errores, pero eres buena persona.
Yo cometo errores.
Sin embargo, aunque les parezca extraño, no me considero buena persona, simplemente tampoco me he considerado mala. Al menos no ahora.
Ahora, simplemente quiero, así sea por una milésima de segundo, cambiar el destino de las personas. Y con ésto me refiero a, simplemente hacerles mostrar un pequeño ademán de cordialidad, decencia, una pequeña mueca que se acerque a ser sonrisa.
Resulta que, al tropezar con un extraño, y brindarle un pequeño gesto, o una pequeña broma cordial, por muy mal día que hayan tenido cualquiera de esas personas, al menos a un 20% les habré sacado una sonrisa, y se habrán preguntado por qué han estado molestos, o por qué no habían sonreído en todo el día. Y eso es esperanza, y eso es algo. Eso es cambiar el destino.

Por supuesto, sería estupendo tropezarme con alguien que... No lo sé, que me diga que mi fe no es en vano, que no soy la única que ve alas en las personas; que realmente aún hay que mantener la sensibilidad a flor de piel, porque no siempre es un riesgo. Que por más quebrados que estemos, hay que confiar. Porque si no iniciamos nosotros, ¿Entonces quién?

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