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Mostrando entradas de junio, 2014

El arte y desastre de ser un escritor maldito e iluso.

Ven lo que quiero que observen, y un poco menos. ¿Que no sé mentir? Por favor, señoras y señores, soy escritor, ¿Qué esperaban? Soy un as cuando de fingir se trata. Puedo, incluso, fingir estar muerto, y entonces ustedes irían preparando de inmediato el funeral. Y es que nadie me conoce como yo. Finjo no conocerme, así como finjo no saber nada de lo que pasa a mi alrededor, así como finjo que no he perdido la inocencia, así como finjo que todo me interesa demasiado. ¡Piérdanse! Yo soy eso que jamás adivinarán. Yo no siento si no quiero. Mi mirada penetra en la suya auroras de sufrimiento, o de ingenuidad, lo que haga falta para manteneros a distancia.  Y así voy, queriendo que alguien pase a través de mi disfraz. Queriendo enamorarme y dejar de fingir. Soñando... Voy soñando.

Le quiero a morir.

Querubines,  ven el reloj, el tic tac, ven como un juego al tiempo. Qué inocencia hay en esos chavalos. Bajan las escaleras casi gateando, con sumo cuidado, con paciencia y curiosidad, la misma de siempre. Es de humanos, nacimos con ello. Somos humanos. ¡Vida! ¡Vida! Sentir, tacto, curiosidad, raspones, regeneraciones, mortalidad. Querubines, ven el reloj, tic tac hace el reloj, un juego que siguen sus ojos. Que inocencia hay en esos chavalos. Van al jardín descalzos sintiendo la tierra, y saltan a pocos centímetros del suelo y sienten que vuelan. Y sueñan, y sonríen, y siguen, y siguen, y respiran moléculas y no tienen idea. ¡Atacad! Realidad, haced crecer a esos chavalos inocentes. Esos chavalos crecieron, y el tiempo ya no era un juego, y ya no querían ver el reloj. Que inocencia se ha perdido en la mayoría de esos chavalos. Sólo uno la mantuvo, y no está con el resto, está a algunos metros bajo tierra. Tan lindo ese chavalo. ¿En dónde estará? ¿Seguirá sintiendo el ti