Bien, soy una egoísta empedernida, Lo lamento, ¿Qué más podría decir? Te dejé. Huí de ti sin preguntarte si me podría llevar tu cordura conmigo... Y adivina qué, aquí estoy, rogándote que me dejes conservar tu cordura por lo menos hasta que regrese a ti. Soy una egoísta empedernida, pero, tengo tanto miedo de que escuches esas voces del bien diciéndote que me dejes como yo te dejé tengo tanto miedo de no tener nada de ti, conmigo... tengo tanto miedo... Por favor, no me pidas que te devuelva la cordura. Por favor, respira conmigo hasta que, por fin, pueda sentir otra vez tu mano en mi rostro, en mi cabello, en mi cuello, en mi espalda... Por favor, respira conmigo. Tengo tanto miedo de que no me quieras leer, de que no sepas de mi, de que te olvides de mi, de que quieras olvidarte de mi, tengo tanto miedo de pensar en la posibilidad de volver y no ir justo a donde estás y no poder abrazarte. Tengo tanto miedo de que mi tacto ya no lo sientas. De que tu piel no se erice c