Hagamos lo que me encanta hacer... Exagerar. Vamos, ¿A qué escritor no le gusta exagerar situaciones? Bien, vamos, ahora, hablo de tí, así que prepárate... En una reacción impulsiva ante un miedo desconocido. Mi cuerpo estaba allí, y mi mente, pues ni te imaginas. Casi ni me acuerdo de ti, y ahora, pues estás y estás, pero no sé si te quiero aquí. No, no, no es que quiera quererte y que estés lejos, es que camino y no te quiero conmigo. ¡Bueno sí! Quizás quiera lo que se me hace difícil tener, y dejar de querer. Por querer exagerar aún más, no lo sé. Por ahora, estás, así es, y yo, pues hago de que estoy, mientras me escapo. ¿Y tú qué tienes que decir? No, lo siento, no te entiendo, es decir, finjo que sí, pero no, y finjo que me entretienes, pero no, y es que eres demasiado común entre lo que no es común para que logres, de verdad, llamar mi atención. Como quisiera decirlo, como quisiera, pero odio mentir, así que con lo que diré, sólo será un impulso con afecto, sin efecto en mi, pue