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Mostrando entradas de abril, 2014
Era un silencio con ganas de estallar, un momento perfecto. Ella lo miró con suma ternura, y le besó. Él acarició su cabello mientras la besaba. Y al final, ya la ropa no les cubría el cuerpo, ellos se pertenecían.

Lo siento, pero sí es mi culpa.

Yo simplemente no puedo no ser desordenada, no sirvo para eso, me aburro con facilidad. Es decir, por más que trato de buscar estabilidad en algo, así la encuentre, no lo sabré, o bueno, lo fingiré. Todo eso sólo para no estar en orden, porque lo veo lineal, y jamás he sabido caminar en linea recta. Lo siento, sí es mi culpa.
Es simple, para una sensación tan grande, no hay palabra que lo valga, no existen palabras suficientes. Sólo un silencio y una gran detonación dentro de sí.

¡Vivan los idiotas!

Idiotas, todos los idiotas a un sólo lugar. Ahora que cada idiota haga lo que se le de la gana, con quien se le de la gana. Piérdanse, brinquen, alucinen, vuelen, y observen. Que cada idiota haga lo que se le de la gana. Y ahora... ¡Que vivan los idiotas!

Anónima por conveniencia.

Había una vez una chica. Ella estuvo mucho tiempo en un sólo lugar, hasta que le preguntaron quién era, y entones, allí no volvió, y más nunca se detuvo, sólo para evitar esa pregunta. Ella sabía quién era, pero no lo quería decir. Ahora yo me pregunto, luego de mucho tiempo sin decir ni recordarte quién eres, ¿Cómo saberlo después? ¿Y quién lo afirma?

Un final feliz.

Jamás había sentido la muerte como hasta ahora. Ella había esparcido su aroma, y ya no era ella. Ella ahora no era ella, sólo era un cuerpo, y él ya no quería ser él sin ella. Él ya no quería ser nada, él no quería ser sino un dolor, para no consumirse, sino simplemente doler. Él quería ser ese último dolor que le quedó a ella, quería permanecer con ella, y entonces... Decidió ser dolor para los que quedaban, se fue. Ahora ellos están juntos.  Él y ella no vivieron felices, pero éste final es feliz.

No es justo.

Es mi miedo, así que no te metas. Y sí, lo sé, es mi miedo hacia a ti, pero de igual manera, no te atrevas a acercarte. ¿Yo qué hago acá? No me puedo ir, ya yo me fui, pero sigo aquí, ¿Qué sucede? Yo te detesto. Detesto ese poder gravitatorio que posees. Es que tú eres mi tierra, y no es justo. Y es que yo soy una luna que intenta irse y no puede porque no quiere, porque te quiere, y no es justo.

No es miedo, es que ésto así no funciona.

Hagamos lo que me encanta hacer... Exagerar. Vamos, ¿A qué escritor no le gusta exagerar situaciones? Bien, vamos, ahora, hablo de tí, así que prepárate... En una reacción impulsiva ante un miedo desconocido. Mi cuerpo estaba allí, y mi mente, pues ni te imaginas. Casi ni me acuerdo de ti, y ahora, pues estás y estás, pero no sé si te quiero aquí. No, no, no es que quiera quererte y que estés lejos, es que camino y no te quiero conmigo. ¡Bueno sí! Quizás quiera lo que se me hace difícil tener, y dejar de querer. Por querer exagerar aún más, no lo sé. Por ahora, estás, así es, y yo, pues hago de que estoy, mientras me escapo. ¿Y tú qué tienes que decir? No, lo siento, no te entiendo, es decir, finjo que sí, pero no, y finjo que me entretienes, pero no, y es que eres demasiado común entre lo que no es común para que logres, de verdad, llamar mi atención. Como quisiera decirlo, como quisiera, pero odio mentir, así que con lo que diré, sólo será un impulso con afecto, sin efecto en mi, pue